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Capitulo I: Destierro y Reconquista.[/b]
Expulsados, cogidos de la mano del desterrado Caín, los ancestrales seres mitológicos, algunos hijos de la propia naturaleza, los youkais, en conjunto, se acostumbraron a poblar el planeta en el más profundo silencio, ocultando a los hijos de Adán y Eva su verdadera naturaleza. Mediante este pacto, un ente superior a ambos, les otorgaba el don de la propia existencia, aquel mismo don que no dudaba en regalar de forma alegre a la especie humana. El pacto estipulaba claramente el hecho de que el administrador de vida y muerte, de existencia y de privación de ésta, haría "la vista gorda" ante la propia existencia de los poderosos seres, siempre y cuando éstos, por su parte, no incordiaran con la misma, de ningún modo, a ninguno de los vulnerables humanos repartidos por todo su planeta.
Como dueño y señor del planeta, el hombre fue utilizándolo a su gusto y necesidad, de forma continuada e incluso abusiva, mientras los youkais permanecían ocultos, viendo como la naturaleza, de la que la mayoría habían surgido, iba siendo destruída por los irresponsables humanos. Algunos de los youkais, vieron incendiados sus corazones por el abrasador fuego de la ira, e hicieron algunas atrevidas incursiones, en las que tomaron como objetivos, números realmente reducidos de humanos, de zonas repartidas y aisladas. En consecuencia a estos hechos, entre los youkais fue prendiendo aquella misma llama, de forma muy progresiva, de manera que el temible juez que observaba atento ambas creaciones, obras suyas, tuvo que intervenir, ésta vez, sin poder ejercer tan severa justicia como la primera, acercándose para negociar con la ahora organizada y poderosa raza de youkais.
Entendiendo, ahora como padre más maduro, la injusticia por la que había hecho pasar durante todos aquellos siglos, a una sección completa de todas las creaciones a las que había concedido la vida, pudo ver claramente que era el resentimiento por aquella decisión lo que había consumido a los youkais, y era aquello también, lo que les había llevado a pecar contra su propio sino. Así pues, fue su decisión, que todas las criaturas agrupadas bajo la condición de youkais, tuviesen la capacidad de esconder su verdadera naturaleza bajo el formato del cuerpo y la apariencia característicos de su predilecta creación: el ser humano.
Capítulo II: Diferencias.La acogida de la nueva decisión derivó en sus diferentes vertientes de opinión, como normalmente sucede. Unos, con ojos ilusionados y acuosos, vieron una nueva época, un nuevo amanecer, de cuyos rayos de sol sí que podría nutrirse y alimentarse sus vidas. Sin embargo, las razas más orgullosas, mostraban su disgusto ante lo que ellos veían como una fuerte injuria hacia su noble naturaleza. ¿Por qué habrían de rebajarse ellos a la apariencia de un simple y consentido humano?
Bajo la máxima de ese autocuestionamiento, el sector más descontento entre los youkais, rechazó cualquier organización o simple colaboración con otros sectores, declarándose completamente separatistas e independientes, y educando a sus familias como tal, para que éstas no entablaran relación alguna con el resto de youkais. El grupo de youkais que decidió aceptar la nueva decisión de forma más consecuente, se organizó de mejor forma, mucho más estructurada y preparada para la posible convivencia con humanos. Durante varios nuevos siglos se enseñó a cada Youkai a conocer a los humanos, no atacarles bajo ningún concepto, así como a respetar sus costumbres, que en esencia, tan extrañas y banales, parecían ante los ojos de los ancestrales seres. Poco a poco, fueron habituándose a estar en consonancia con las tendencias humanas, tanto en moda, como en modales y gustos relacionados con el ocio de éstos. Muchos incluso, no dudaron en adaptarse a comunidades plenamente humanas, manteniendo al margen sus características youkai, eligiendo renunciar a ellas por completo, en favor de una vida completamente integrada.
Así pues, los youkais más radicales, quienes rechazaban el reconocimiento de cualquier tipo de acercamiento o de nivel de igualdad con respeco a la raza humana, fueron intentando ejercer su poder sobre sectores más débiles, dejando demostrado esta supremacía en cada institución que formase parte de la vida de un youkai.
Capítulo III: Nuevos tiempos. A pesar de que la educación familiar tuvo una excelente acogida en un principio, lo que se comenzó a buscar más adelante, fue, sin duda, la regularización de la educación de cada Youkai. Al menos, que tuviera unas bases firmes que debiera aprender inevitablemente. Tras varias revueltas y protestas, así como actos diferentes de considerable violencia, protagonizados por los sectores radicales, en respuesta a la nueva propuesta de globalización de la educación, comenzó a construirse, en las más recónditas profundidades del bosque de Nattiva, uno de los pocos terrenos completamente vírgenes del planeta, gracias a siglos de vigilancia youkai; la primera academia para la educación de Youkais, llamada, cariñosamente "Haruka Mukashi", (Tiempos Lejanos) a modo de recordatorio, de todo lo que se había conseguido reconquistar con respecto a su condición, desde que fueran conducidos al destierro y la desolación junto a Caín, hasta la actualidad, que se vive día a día dentro de las puertas de la Academia.
Sus integrantes no viven exentos de la constante presión por parte de las altas esferas de los youkais en conjunto, sino que tienen que organizarse para tratar de vivir a margen de ellos, mientras observan como forman asociaciones extrañas y clubes de fines inconclusos, en los que se agrupan, para, de forma clandestina, difundir y extender sus ideales.
Cientos de estudiantes siguen llegando esperanzados a la academia, escogen su rol, implicarse o no implicarse, hacen grandes cosas o incluso, alteran el curso de la historia youkai.
[size=130]¿Estarías dispuesto a ser uno de ellos?[/size]