Doppelgänger
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| Tema: Doppelgänger Miér Jun 02, 2010 1:21 am | |
| Nombre: Doppelgänger, en su anterior vida era conocido como Marcos LeMarc.Sexo: HombreZampakutou: Sinfónica. Su principal particularidad es que siempre conserva su forma pese a las liberaciones que Doppelgänger realiza ya que los cambios que esta sufre son mínimos. Es una espada de empuñadura negra y guarda con forma de calavera. De doble filo y peso medio, su forma describe una doble curva hacía el interior y luego exterior dándole un filo sucio, es decir, un filo que en caso de penetrar la carne provoca heridas que se infectan fácilmente.- Spoiler:
Shikai: La Zampakutouh apenas sufre de cambios externos. Lo único mencionable es que de la parte inferior de la empuñadura brotan una serie de hilos blancos que emiten una melodía que puede cambiar según el estado de ánimo de Doppelgänger. Los cambios que Doppelgänger sufre son bastante notables, parece otra persona. Lo mas destacable es que la funda de la Zampakutoh obtiene la capacidad de adoptar la misma forma que el arma en si. Cambios Doppelgänger: - Spoiler:
Técnicas:2 post – Mío, suyo, mío (termina al acabar mi post) 3 post - Mio, suyo, mio, suyo, mío (termina al acabar mi post) 4 post – Mío, suyo, mío, suyo, mío, suyo, mío (termina al acabar mi post)• Introducción: Marcos ejecuta una serie de movimientos con Sinfónica. No tiene una función aparente pero sin esta habilidad el resto no funcionan. Son necesarios tres movimientos y cuando estos son realizados los bordes Zampakutoh brillan dando así la activación necesaria del resto de habilidades. Cuando esta habilidad ha sido activada no requiere de volver a usarse hasta que se cancele el Shikai. Sus efectos son varios. La melodía que produce Sinfónica es capaz de trasmitirse por otros medios (no se incluyen zonas que influyan sobre el rival), no se puede somoter a una "silenciación y produce que Doppelgänger no se vea afectado por agentes patógenos extraños. • 7 Notas: Cuando Doppelgänger utiliza esta técnica en la cara exterior de Sinfónica aparecen siete notas en color negro. Cuando esta habilidad se activa es capaz de liberar hoces de Reiatsu cortantes que emiten un molesto sonido que es capaz de reducir la estabilidad y coordinación del enemigo. Por cada vez que usa esta técnica es capaz de liberar 7 hoces por lo que es necesario usarla nuevamente cuando estás han sido usadas. El efecto del sonido depende de la diferencia de poder entre él y su adversario y no siempre produce el mencionado aturdimiento, depende de la distancia, el entorno...• Orquesta: El ruso es capaz de convocar diferentes instrumentos. Cuando uno de estos suena libera algo parecido a una nota de partitura. En su máxima capacidad se reúne toda una orquesta que emite notas. Las notas procedentes de instrumentos de cuerda se estiran y tratan de atrapar al enemigo, las procedentes de instrumentos de percusión producen pequeñas explosiones y las procedentes de instrumentos de viento cortan. No es capaz de utilizar los tres tipos de instrumentos a la vez, puede emplear dos de forma simultánea pero con restricción de número o de uno en uno pero a plena potencia. Los instrumentos convocados pueden ser destruidos pero puede volver a traerlos a cambio de algo de Reiatsu. Mientras ejecuta esta habilidad no puede utilizar otras pero si puede dejarla en modo "pasivo", usar una habilidad y retomarla mas tarde. Ádemás las notas pueden acoplarse al arma de Doppelgänger para manifestar sus efectos desde esta.• Crescendo: Los parámetros físicos aumentan. Su musculatura se vuelve mas marcada. Las capacidades motrices del usuario aumentan drásticamente durante un determinado periodo de tiempo. Solo una vez por combate. (3 post)• Melodía mortal: Doppelgänger simula usar a Sinfónica como un violín durante unos 3 segundos. El brillo de Sinfónica se vuelve negro y a cada golpe que ejecuta se escucha un sonido que imita los recuerdos y temores del oponente, tratando de desestabilizarlo mentalmente. Una vez activada no es necesario volver a hacerlo. Su efectividad es reducida ya que por norma general sus adversarios logran pasar a través de tales recuerdos, su principal efecto y uso es el de tratar de ralentizar las acciones del enemigo a través de las dudas. • Opera: El usuario empieza a silbar la melodía de la Zampakutou. Esta melodía produce que el usuario pueda alterar sus sentidos. Por ejemplo, puede reducir su tacto al mínimo y maximizar su visión. Sus pros y contras son muy claros aunque son difícil de descubrir ante la expresión neutra que suele mantener.Palabras de la Liberación: PreludioBankai: [No obtenido] No se producen cambios de apariencia, su efectos el aumento de volumen de las melodías y sonidos producidos por la Zampakutoh y la ampliación del abanico de habilidades que pueden emplearse.Técnicas: • Frecuencia: Los golpes de su Zampakutoh liberan sonidos de alta y baja frecuencia al chocar contra otros objetos. Estos golpes de sonido se sienten como algo físico al impactar contra el enemigo y dependiendo de contra que choque puede emitir molestos sonidos. Cuanto mejor “conductor” de sonido sea lo impactado, aumentara su poder.• Marcha fúnebre: Aparece una serie de sombras de aspecto tétrico tocando diversos instrumentos entre los que destacan las flautas. Estas danzan y tocan mientras intentan rodear al enemigo. Varias de las sombras se separan y posicionan de manera estrategia. Los instrumentos cobraran vida y comenzaran a atacar por si solos al enemigo mientras las sombras lo rodean. Estas no se lanzan al ataque pero si el enemigo se aproxima a ellas no dudaran en lanzar algún que otro zarpazo. Solo una vez por combate (4 post).• Arpegio: Un escudo transparente rodea por completo a Marcos. Su capacidad defensiva es alta pero es peor aun es la sensación que da al enemigo ya que aparentemente este no se ha defendido, simplemente parece que recibe el ataque sin recibir daños. Su poder total depende del ataque recibido y del nivel del adversario. Su principal ventaja y desventaja es que su poder defensivo es cambiante, puede concentrarse en un solo punto o en varios distintos para repartir su resistencia.• Misa de Réquiem: Técnica que combina la ilusión con la realidad. Doppel comienza a dar vueltas sobre si mismo mientras cambia de posición. Replicas de el son formadas. Estas atacan siguiendo la melodía que es liberada de forma automática por la habilidad Introducción. Solo son reales 1/4 de las replicas liberadas• Bienvenidos a mi mundo: La técnica que más Reiatsu consume de todas las que LeMarc posee. Su cuerpo empieza a liberar una gran cantidad de energía espiritual a forma de polvo (tóxico si se trata de absorber, no pasa nada si se respira o se entra en contacto con el, en tal caso es inofensivo) que al cabo de los pocos minutos rodea a los dos adversarios en una sala de opera. No tiene efectos secundarios demasiado remarcables más que la sensación de estar apresado y el aumento de las habilidades de Doppelgänger gracias a la buena capacidad acústica del lugar. Para los que ven la técnica desde fuera se encuentran con la apariencia exterior del edificio. Es bastante complicado hacerle un agujero o atravesar sus paredes.Palabras de la Liberación: OberturaEspecialidades en las Artes Shinigamis: - Zanjutsu: Maestro. - Hakuda: Principiante. - Hohou: Maestro. - Kidoh: Básico.Aspecto: Shinigami que ronda el metro ochenta y cinco, de complexión normal pero musculatura marcada a la vez que fibrosa. Posee varias cicatrices en distintas zonas del cuerpo. Su piel es ligeramente morena pero predomina un tono carnoso mas propio de los humanos. Tiene el pelo de color negro y largo, peinado de forma irregular y con numerosos mechones terminados en punta. De entre todos ellos destacan varios especialmente extensos que llegan a taparle gran parte del rostro. Los rasgos de la cara son afilados, su nariz es algo pequeña y su sonrisa suele tornarse afilada y desafiante como principal gesto de su orgullo. Sus ojos son de rojo claro muy profundo, es difícil saber que piensa a través de estos.
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Vestimenta: Su ropa (cuando no porta el uniforme estandar) consiste en una gabardina larga de color rojo, una camiseta de cuello con varias correas en la zona pectoral y abdominal y una cremallera ligeramente abierta. La camiseta es de un material similar al cuero y su color es negro al igual que el de los pantalones (exceptuando el círculo rojo de la zona de la entrepierna). Un cinturón sujeta este pantalón y el símbolo de la hebilla es tribal. Porta unas botas de combate negras y peso reducido. - Spoiler:
Carácter: Es un Shinigami de carácter serio y cerrado, tiene a no expresar sus sentimientos y mantener constantemente un semblante tranquilo en el que, solo de vez en cuando, se pueden ver pequeñas sonrisas cuando se siente cómodo o tiene confianza con la persona con la que se encuentra. Su forma de ser normal lo demarca como alguien tranquilo y relajado que se toma con las cosas con calma y que dificilmente se pone nervioso, es bastante paciente y no es fácil enfadarle, aunque cuando lo hace es del modelo que explota. Atiende mas a las palabras que a los actos y prefiere pensar antes de actuar, es una persona razonable que antes de tomar decisiones prefiere escuchar las partes e ideas de otros.Es algo agresivo, no en el sentido de que le guste la pelea o recurra a la violencia, su agresividad se manifiesta en base a contestaciones sarcásticas y ácidas ante personas que no le agraden o aun no conozca, es una forma que tiene de intentar no establecer demasiadas relaciones excesivamente afectivas.Es amable, a su modo, y servicial, no le gusta dar la espalda a los problemas y, por mucho que le pese, siente debilidad hacía aquellos indefensos. Tiene en alta estima al honor y, por encima de todo, a los valores humanos de los cuales ya a ha perdido mucho desde que su Hollow internó se “desarrollo”. También hay que mencionar que es muy testarudo, cuando se le mete una idea entre ceja y ceja es difícil hacerle cambiar de opinión. Mal perdedor y competitivo, celoso y con destellos temporales de un exceso de arrogancia y autoconfianza.Para terminar se debe mencionar que pese a su actitud no tiende a apartar a la gente de su lado, simplemente no es del tipo que de el primer paso para hablar o conocer a alguien, cuando uno lo conoce puede darse cuenta de que en el fondo es un "buen tipo". Bajo esa fachada de tranquilidad y serenidad se encuentra un Shinigami que adora la adrenalina, en realidad es impulsivo pero que tiende a reprimir tales impulsos.Historia (Opcional): - Spoiler:
Mundo Humano
Marcos LeMarc, un joven italiano nacido en el seno de una de las tantas mafias de Italia ha decidido darse a la fuga un 23 de enero a las 21:32 de la noche en un vano intento de alejarse de una vida de delitos a la que el no terminaba de acostumbrarse. Una fuerte discusión se sucedía en el despacho del padre de Marcos, voces gritaban vocablos malsonantes a diestro y siniestro. La agresividad era casi palpable, dos miradas llenas de odio se entrecruzaban como si de un duelo se tratase.
- ¡Ya estoy harto de ti y de tu puta familia, déjame en paz¡ - Gritaba una voz de registro grave y con claro tono de enojo. Marcos LeMarc acababa de golpear con las palmas abiertas el escritorio de Lucio LeMarc, su padre - Déjame vivir mi propia vida, ¡Joder! - Exclamó con mismo tono furioso mientras levantaba a un palmo de altura de la mesa ambas manos para, segundos después, volver a golpear la madera.
- ¿Quién crees que eres mocoso engreído? - Rebatió el mayor de ambos mientras se levantaba bruscamente de su silla, provocando que cayese al suelo de golpe - ¡Eres quien eres por mí y nadie mas desagradecido! - Vociferó Lucio mientras rodeaba el escritorio por la derecha, acercándose de forma amenazadora al mayor de sus descendientes.
Su mano se preparo para darle un guantazo pero Marcos no se quedo quiero y, momentos antes de que la mano le golpease, agarró por la muñeca a su padre - ¡Pues déjame ser quien quiero ser! - Contestó justo antes de soltarle la mano e instantes después, con puño apretado, golpear en plena nariz al Capo de la familia.
Lo tiró al suelo con la mala, o quizás buena, suerte de que su padre fue a golpearse con el borde de la mesa. Vivo o muerte fue algo que a Marcos no le preocupó pues, tras dirigirle una mirada de odio puro, se marchó de aquella sala, fue a su habitación, recogió sus cosas y se fugó de casa…
…
- Mierda, que frío hace - Se decía mentalmente un joven peliblanco de ojos azules. Era Marcos de nuevo que, intentando sobrevivir por sus propios medios, había acabado por hospedarse bajo un puente alrededor de una improvisada hoguera. Se había ido de casa hace tres semanas y, a decir verdad, a veces deseaba no haberlo hecho.
Robos, peleas, sangre, muerte… no, aquello era mejor que aquella vida y todos los problemas que conllevaba mantenerla. En aquel lugar no era libre, era un pájaro enjaulado y sin alas pero, en aquel momento, sus alas habían crecido y la puerta de la jaula había sido abierta por una mano invisible.
Los días pasaban y el joven de 17 años, debido al encuentro que tuvo con varios miembros de su antigua mafia, había deducido que su padre no estaba muerto y que en aquel día a lo más que llego fue a quedarse inconsciente. Se maldecía mentalmente, ¿por qué ese bastardo seguía vivo? Si existiese una persona que mereciese la muerte, sería su padre.
…
Marcos llevaba un mes como fugado, acechado por la mafia, perseguido por quienes tiempo atrás eran su familia o al menos, es aparentaban ya que aquello no era realmente una familia. Pero las cosas parecían ir mejorando, había encontrado un pequeño trabajo en un garaje clandestino, no era el mejor de los lugares pero era confidencial y eso a él le venía muy bien.
No era el mejor sueldo pero le daba lo justo para comer y, con el tiempo, para alquilar una pequeña habitación con baño en un lugar no muy lejano al taller. De acuerdo, la habitación que rentaba era más bien cutre, una sala cuadrada con un armario empotrado y un extraño cubículo con barra que hacía de cocina. Una vieja tele y la cama eran lo único que decoraban la sala principal de la casa.
Una puerta de madera vieja hacia de portal entre sala de estar y baño el cual no era mas que una sala cuadrada de suelo azul, pared blanca y elementos justos y necesarios para un baño.
La puerta que daba a la casa se abrió con el sonido de unas llaves, el peliblanco acaba de llegar a casa después de una dura jornada de trabajo. Su ropa lucía desgastada, un abrigo de tela marrón, una bufanda con varios descosidos, pantalones vaqueros desgastados por rodillas y tobillos y unos zapatos negros que dejaban mucho que desear.
Al chico, aunque la situación mejorase, le seguía yendo mal, la vida no era fácil para nadie y menos para él, ahora comprendía un poco mejor las palabras de su padre. Pero se sentía orgulloso en cierto modo, lo poco que tenía lo había ganado con su propio esfuerzo y eso era algo realmente reconfortante.
…
Era el día del 18 cumpleaños de Marcos, ¿su regalo? Una inesperada visita por parte de los hombres de su padre a su casa. Que buen detalle fue aquel de destrozar toda la vivienda y después perseguirlo durante 30 minutos acabando en un forcejeo que acabo con la vida de dos hombres y dejo una cicatriz en el brazo derecho del peliblanco.
- Asco de vida… - Masculló el antiguo sucesor de los LeMarc para, seguidamente, escupir un coagulo de sangre acumulado en su boca. Iba cojeando, le sangraba el brazo y tenía varios moretones por cuerpo y cara, unos visibles, otros no.
Pero claro, eso era la parte blanda de aquello, no podía volver a su casa ni a su trabajo, aquella visita indicaba que habían descubierto donde trabajaba y, obviamente, donde se hospedada.
Pero la vida seguía y Marcos lo sabía, se marchó aun más lejos pero esta vez, las persecuciones fueron mucho mas frecuentes, le acaban encontrando en pocos días o semanas. Los meses pasaban y las cosas no querían cambiar, parecía que su único destino era el de huir eternamente de las balas de su familia.
…
Un año y varios meses pasaron de la misma manera. Persecuciones y tiroteos impregnados de dolor y pintados de sangre eran el pan de cada día para el italiano renegado de los LeMarc. Pero, como todos sabemos, incluido el peliblanco, todo llegaba a su fin, para bien o para mal…
Era un 29 de Agosto, las 23:12, hacía frío y llovía. Las calles estaban desiertas por culpa del clima, Marcos estaba solo ante la muerte pues era inevitable morir ante tal situación, el lo sabía, era su día y así lo marcaban las diez pistolas que lo tenían en el punto de mira.
- ¿Unas últimas palabras, cerdo? - Preguntó uno de sus captores. Su voz sonaba arrogante, un aire de prepotencia se cernía alrededor de aquella persona. Parecía contento con la situación, se relamía los labios, regodeándose del momento.
- Que te jodan - Respondió Marcos mientras le enseñaba el dedo corazón con gesto grosero a aquel LeMarc que se preparaba a darle fin a su vida. Se enfadó, la pistola aumento de altura en dirección al corazón del peliblanco.
- ¡Muere cabron! - Exclamó con ira el mafioso mientras apretaba el gatillo de su arma para, instantes antes de hacerlo, abrir los ojos de par en par ante la sorpresa.
- Y tu conmigo gilipollas - Fue la contestación de Marcos el cual, con aires de victoria había sacado un pequeño interruptor de su bolsillo. Pulso el botón, la bala le golpeó en el hombro y nada pasó. Todos rieron, el peliblanco esbozó una sonrisa y recibió otro disparo, cayendo abruptamente y de espaldas contra el suelo sin borrar aquella burlona sonrisa.
Un charco de sangre se formaba tras de sí y el, ya muerto, no había dejado de mostrar aquella arrogante sonrisa. Todos se disponían a marchar cuando un extraño crujido se hizo presente. Aquel interruptor no había sido más que un burdo engaño. Una granada de mano, sin anilla, estaba tirada a los pies del que había iniciado el fuego. El resto de mafiosos salto, el no tuvo tiempo y la muerte también reclamo su vida…
Aquel 23 de Agosto, a las 23:16 Marcos LeMarc, hijo de Lucio LeMarc dijo adiós al mundo de los vivos y dijo hola al mundo de los “muertos” precedido de una melodía de balas acompañada por su propia misa de Réquiem…
LeMarc estaba muerto, no había duda alguna pero entonces, ¿por qué seguía en aquella ciudad que tanto dolor le había traído? Estaba muerto, no lo dudaba. Era invisible para el resto del mundo, no era nadie a tener en cuenta, no era mas que un alma errante por el mundo de de los vivos atado por sus sentimientos de arrepentimiento.
Aquel plus atado al mundo terrenal no sabía que hacer, como marcharse de aquel lugar que lo había atrapado no solo en vida si no también en muerte. Ya estaba cansado de aquel mundo que tan solo le había traído dolor y más dolor, quería descansar de una vez…
Los días pasaban lentamente sin nada más que hacer que deambular sin rumbo alguno, había perdido el gusto por todo y con el pasar de los segundos, los minutos y las horas se sentía peor, extraños sentimientos de odio y resentimiento le embargaban sin que este pudiese remediarlo.
Deseos llenos de incertidumbre lo hacían sucumbir cada vez mas en esas banales y oscuras emociones que amenazaban con transformarle en no mas que un monstruo sin capacidad de razonar, un ser solo movido por los instintos.
Comenzó a visitar sus antiguos empleos y lugares donde se hospedo. Visitaba a parientes, conocidos y aquellas personas que fueron lo más cercano a amigos que tuvo. Los veía con envidia, ellos seguían vivos y despreocupados y el estaba muerto, parecía que su muerte no les había afectado en lo mas mínimo y eso, sin que pudiese evitarlo, le enfurecía cada vez mas...
- ¿Por qué hacen como si nada hubiese pasado? - Se debatía mentalmente el italiano hijo de mafia. Su cabeza era un tumulto de tristes y oscuros pensamientos - ¿Es que acaso no les importaba? - Se preguntaba una y otra vez, las dudas le corrompían con el paso de los días. Deseos de muerte y venganza le embriagaban cual seductor perfume de dama en solitarias noches de verano.
El tiempo seguía pasando y esos sentimientos crecieron hasta el punto de que una extraña criatura se sintió atraído por tales emociones. Un día cualquiera LeMarc se vio acorralado por una especie de monstruo con mascara blanca. Cuerpo rojo, garras afiladas y colmillos punzantes amenazaban con un destino todavía peor del cual ya vivía.
No podía creerlo, las cosas parecían no poder empeorar y lo hacían. No tenía suficiente con haber muerto si no que, además, ahora era perseguido por un monstruo ante el cual no tenía oportunidad alguna de sobrevivir. Su única opción era la de huir.
No pudo evitar sentir miedo y empezar a “correr” despavorido, tratando de huir de aquella criatura que le mitigaba con grotescos gruñidos y amenazadores movimientos, el cazador había encontrado una presa y no pensaba dejarla escapar o al menos, eso pretendía…
- No... Detente… - Decía una y otra vez el espectral peliblanco. Estaba sentado en el suelo, retrocediendo como podía en base a sus pies y manos. La criatura de blanca mascara se acercaba a paso lento a por el.
La oscuridad se hizo presente. El plus cerró los ojos ante su inminente final pero todo lo que sucedió fue un extraño ruido metálico y un alarido. Marcos abrió los ojos para ver a un extraño hombre de prendas blancas y negras, con espada en ristre tratando de perforar el estomago de la criatura.
- ¡Puto Hollow, no saldrás de esta con vida! - Exclamó enfurecido aquel hombre de cabellos cortos y negros. El filo de su arma era detenido por el fuerte y sangrante agarre de manos del ser nombrado como Hollow.
El arma realizo un corte hacía abajo, el Hollow perdió una de sus manos y la sangre comenzó a brotar desde la extremidad perdida como si de una fuente se tratase pero aquella sangre impregno los ojos del espadachín.
El ser enmascarado aprovechó aquellos instantes y de un ágil movimiento realizo un desgarre en la zona pectoral del pelinegro. Cuatro profundos cortes sacudieron su cuerpo desde la zona abdominal hasta casi el cuello. LeMarc miró con horror como su salvador era cruelmente asesinado por la extraña criatura.
El cuerpo del muerto cayo pesadamente al suelo mientras que el Hollow se aproximaba nuevamente hacía el con la intención de devorarlo. Marcos ni se movió, el terror se lo impedía pero, en vez de vislumbrar una nueva muerte lo que vio fue sangre. Gotas de sangre salpicaron su rostro. Una espada había atravesado por completo la cabeza de aquel monstruoso ser, llevándose su vida en el acto.
Desapareció como nunca hubiese existido y, tras de el, apareció nuevamente el espadachín todavía sangrante. Se acerco sin decir nada a Marcos para luego, con gesto suave, golpear su frente con la parte inferior del mango.
- ¿Quién eres tu? - Pregunto entre tartamudeo y tartamudeo. Sus dudas eran infinitas, no sabía que le había hecho, que era aquel ser o porque le había salvado.
- Soy… un Shinigami… - Respondió el herido justo antes de caer muerto al suelo mientras era rodeado por una extraña aura de color azul que, instantes después se desvaneció junto al cuerpo del autonombrado como Shinigami. Cuerpo y aura se desvanecieron en un remolino de polvo diamantado el cual se introdujo al interior de Marcos.
Un insólito rayo, por decirlo de alguna manera, azul se extendió desde el cielo hasta la posición en la que el italiano se encontraba. Su forma redonda cubrió por completo al joven que segundos después, por razones desconocidas, se alzó al cielo como si estuviese levitando.
Rukongai:
No tuvo tiempo a sentir miedo pues, antes de darse cuenta, ya había desaparecido del mundo de los humanos llegando a lo que sería su nuevo hogar hasta el fin de sus días. El envío había sido realizado con éxito…
LeMarc apareció en un extraño mundo de características orientales a su ver. No sabía donde estaba y que era aquel lugar plagado de personas de vestimentas de carácter antiguo, un momento, el estaba vestido de la misma forma.
- ¿Qué está pasando? – Se preguntó mentalmente de forma alarmada el chico. Estaba sentado en el suelo con ambas manos en tierra, en la misma posición que estaba en el mundo humano antes de desaparecer pero se sentía extrañamente bien.
Se levanto con pesadez, pese a aquella sensación de liberación que sentía, tenía hambre y le dolía el estomago. Comenzó a andar, era extraño, se sentía mucho mas ligero de lo normal, se sentía flotando…
Deambuló sin rumbo por el lugar pero lo que veía no era para nada grato. Charcos de sangre, personas matándose entre ellas, ladrones por doquier y cientos de otra clase de delitos y malhechores acechaban por aquel lugar de aspecto oriental.
El joven intentaba hablar con los residentes del lugar pero era inútil, nadie entendía nada de lo que decía y en una ocasión alguien entendió que le estaba insultado, desembocando en una pelea que dejo al hombre inconsciente y a Marcos con varios golpes en estomago y piernas.
Pero seguía aquella extraña sensación de ligereza, los golpes no le dolían de la manera que creía que le dolerían, ¿Qué estaba pasando? No entendía nada y en cierto modo, no le sirvió de nada pues la única salida que tuvo fue la de empezar a robar a todo aquel que podía.
Comenzaba a entender el idioma y sus manos eran cada vez mas ágiles, esa extraña sensación de bienestar, ya con hambre saciada, le embargaba cada día aunque ya estaba acostumbrado.
El joven fue creciendo entre robo y robo pero cada día que pasaba era mas peligroso, no había duda de que a este paso acabaría mal por lo que, después de mucho ahorrar se compro su propia espada. Estaba algo desgastada pero entera y aparentaba resistir bastante, era más que suficiente para defenderse y mantenerse con vida.
Sus robos continuaban pero un día, por culpa de la pesadez del ruido que provocaba su espada cuando este caminaba, fue descubierto en pleno robo y el afectado, sin palabra alguna, desenvaino una espada y comenzó a atacarle.
Pero Marcos había superado aquel miedo que le embargaba en tales situaciones, aquella vida conflictiva lo hacía vivir al límite del riesgo y, quieras o no, acabas acostumbrándose. El peliblanco esquivo el primer mandoble, el segundo y el tercero. Aquella sensación empezaba a gustarle…
Sacó su propia arma y paró como pudo el siguiente ataque de su contrincante, una fuerte estocada vertical que amenazo con cortarle la cabeza en dos partes simétricas. La adrenalina era liberada, a Marcos le empezaba a gustar esa sensación. Estaba totalmente a la defensiva, parando como podía los golpes que le venían desde extraños ángulos pero con gráciles movimientos.
Los suyos eran penosos, movimientos ágiles pero toscos y sin elegancia alguna, era un novato después de todo. Pero algo paso, el atacante se detuvo un instante por el cansancio, el italiano no desaprovechó la oportunidad y comenzó a atacar salvajemente.
Mandobles, estocadas y demás golpes eran liberados en una tormenta de ataques totalmente aleatorios, aquel estilo no tenía orden ni disciplina alguna, era pura violencia con un arma nunca usada antes.
LeMarc sonreía como un demente, le encantaba esa sensación, quien iba a decirle que pelear iba a ser tan divertido. Se sentía bien, más que bien, estaba extasiado. Un frenesí de combate lo invadió y antes de darse cuenta ambos púgiles estaban intercambiando un duro combate entre los filos de sus armas, ya no atacaba o defendía uno, ambos atacaban y se defendían a la vez.
Los movimientos de Marcos eran peores pero tenían muchísima fuerza, parecía un animal en busca de su presa, recién encontrada. Espadas se cruzaron en dirección al aire, Marcos le pego una patada en plena paste posterior de la rodilla derecha, su enemigo se arrodillo al suelo ante las reacciones inconsciente de su cuerpo e, instantes después, el filo de la espada del italiano estaba parado a escasos milímetros de su cuello.
- El Show… ha terminado… - Dijo con dificultad bien camuflada ante un aire dramático liberado en sus palabras. No apartado su filo del cuello de la victima pero una nueva sensación le embargó. Los que habían presenciado la pelea aplaudían y algunos tiraban monedas. Acababa de encontrar su nuevo estilo de vida…
El tiempo avanzaba, los meses parecían tener prisa en terminar y a LeMarc parecía no importarle. Día tras día se embarcaba en nuevos combates y el residente del extraño mundo parecía amar cada vez más y mas aquel estilo de vida y, sin darse cuenta, poco a poco comenzaba a convertirse en un demente amante de los combates.
La piedad parecía ser el único eslabón que le única con el resto de habitantes de aquel mugriento distrito. La muerte era el mejor amigo de todos pues vivir allí era un autentico infierno de dolor y tristeza. Marcos había aprendido lo más básico de aquel mundo. Estaba en el distrito Nº 77, uno de los lugares más peligrosos de todo el Rukongai.
- Que mas da… - Fue lo que pensó el día que descubrió la “descripción” del lugar en el cual vivía - No soy mas que un perro cazador esperando la muerte - Se decía mentalmente, tratando de darse ánimos - Este es mi lugar… - Fue su último pensamiento de aquel momento. Realmente en aquellos momentos el peliblanco no tenía otro sitio al que ir.
Pero aquella situación no duró muchas mas pues un día como otro cualquiera fue derrotado por un hombre de aspecto anciano. Fue humillado, aquella persona lo había vencido en poco mas de cuatro movimientos. Tras una breve charla LeMarc se decidió a acompañar a aquel que lo había derrotado, viajando hasta el distrito Nº 79. A simple vista se veía que esta era mucho peor que el Nº 77.
Ambos viajeros llegaron al hogar del anciano, un Dojo de aspecto viejo y mugriento en el exterior, acogedor por dentro. No hicieron falta palabras, Marcos comenzó un adiestramiento a manos del anciano llamado Charles pero, en este caso, en vez de usar solo una espada usaba dos, alternando en el entrenamiento a una o a dos espadas.
Está situación duró años pero el italiano perdió la cuenta debido a lo extenuante de los entrenamientos pero, como todo acaba, aquel entrenamiento también lo hizo con la desaparición de Charles dejando como único testigo de su relación maestro-alumno una pequeña carta.
“Marcos, me marcho de viaje por el Rukongai. Espero que nos volvamos a ver algún día, conviértete en un gran hombre, sigue la doctrina de la espada y haz que tus enemigos se estremezcan solo con oír tu nombre. Espero que seas un gran Shinigami, convierte en el Tigre del Seiritei”
Marcos decidió cumplir la petición de su maestro pero no sabía como hacerlo por lo que tuvo que volver a su vida picaresca de hurto y duelo para conseguir sobrevivir hasta que cierto día una persona de aspecto rico apareció por la zona de trabajo de LeMarc. Lo decidió al momento, aquella persona tenía que tener mucho dinero y el pensaba sacar tajada.
Lo intentó y falló, fue atrapado en pleno proceso, su muñeca era agarrada con fuerza evitando su huida.
- Pequeño ladrón, ¿A quién que estabas robando? – Enunció con furia el sujeto de robo del peliblanco. Este no respondía, en cuanto lo vio de frente se percató de que se trataba de un Shinigami y con el, desaparecieron sus opciones de ser uno de ellos.
- Me da igual quien seas… - Dijo en primera estancia el italiano mientras apretaba sus puños con frustración - ¡Saber quien mierda eres no me quitara el hambre! - Exclamó con ira LeMarc, como si aquello fuese algo obvio pero, algo que no sabía era que muy pocas personas tenían hambre en aquel extraño y peculiar mundo…
En la academia:
No supo la razón pero dos días después un extraño y viejo carro fue a recogerle en la que era su casa. El vehiculo le llevó a un extraño lugar de aspecto rico y muy buen cuidado, había logrado ingresar a la academia Shinigami sin saber como. Era muy extraño, no recordaba haber echo algo extraordinario como para llamar su atención. Definitivamente aquel hombre había tenido algo que ver con aquello pero desconocía la razón. Al momento que lo hizo decidió dejar atrás su antiguo nombre y paso a llamarse Doppelgänger, decidió cambiar de actitud, ser mas "centrado".
La cosa empezó y Marcos ingresó a las clases más básicas, no sobresalía demasiado, era uno más de resto pero la cosa cambiaría con el tiempo. Poco a poco se fue adaptando y destacando a pasos pequeños, el nuevo estudiante comenzaba a hacerse paso entre los peces mas grande a base de pequeñas aletadas.
Su mejor momento fue el día en que comenzaron a practicar Kenjutsu. El peliblanco pidió el poder usar dos espadas de madera, en principio se lo negaron por lo que, enfadado, se propuesto arrebatarle la suya a su contrincante.
El duelo comenzó, en principio iba muy igualado pero la ansiedad de Marcos empezó a jugar en su contra y pasar a la defensiva o, al menos eso parecía. Su contrincante parecía confiado de sus capacidades pero, en un momento su espada de madera había desaparecido de sus manos.
LeMarc portaba ahora dos espadas, adoptando el estilo que más cómodo le resultaba a la hora de combatir. Al parecer los instructores reconocieron la posición que Marcos había adoptado por lo que, para probar si sus suposiciones eran ciertas, le permitieron utilizar ambas armas de madera.
El día de obtener su Zampakutô llegó muy pronto, o al menos eso pensaba Marcos. Sinfónica fue su compañero, no era una Katana, una espada tétrica fue el arma que obtuvo el joven aprendiz a Shinigami. Un arma de carácter musical, su poder residía en el uso y control de los elementos de esta.
El tiempo pasó, mas concretamente, un año en el cual Marcos permaneció en la academia, intentando dominar el uso de su Shikai. Todo ese tiempo fue empleado únicamente en el aprendizaje y la liberación de la capacidad especial de su Zamkpakutoh.
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