Nombre: Lans Hertel.
Sexo: Hombre.
Objeto: Se trata de un viejo encendedor. Este fue obtenido durante su adolescencia.
- Spoiler:
Poder Especial: Al utilizar el encendedor la llama que sale de este comienza a agrandarse y a cubrir todo el cuerpo de Lans. Este se disipará al cabo de unos segundos y dejará ver un cambio en el atuendo. Este atuendo consta de unas sandalias, un pantalón rojo en mal estado, un haori blanco tampoco muy bien cuidado. Abajo de dicho haori hay una especie de pechera roja que se pega al cuerpo. Lleva en sus hombros y en sus brazos unas protecciones. Otro cambio es el de la aparición de una katana, su arma de combate.
Habilidades:
Hoja de fuego: La hoja puede ser transformada en fuego para poder causar quemaduras al enemigo. El grado de quemadura será directamente proporcional a la cantidad de reiatsu utilizada en la transformación. Al utilizar más potencia, la hoja se vuelve más grande y más fuerte. No se puede alternar la hoja común a la de fuego en el mismo turno.
Aspecto:
- Spoiler:
Carácter: Es una persona que aparenta ser arrogante, pero no es así. Es bastante humilde en cuanto a sus habilidades, siempre resalta las virtudes de otros, incluso de los rivales. Es una persona bastante sádica. Su forma de pelear es estratega, aunque puede llegar a desquiciarse y pelear por puro instinto. Es orgulloso, la ayuda en batalla para él es inaceptable. Es muy filosófico a veces, suele decir muchas frases que dejan que pensar o que simplemente suenan absurdas para algunos oídos.
Historia: Nació en un barrio pobre, sin lujos. Su casa era apenas cuatro paredes de ladrillo viejo, en mal estado, sin pintar, un techo de chapa y una puerta cuyas bisagras oxidadas dejaban mucho que desear. Allí vivía con un viejo amigo de sus padres. El hecho de no vivir con sus padres nunca lo supo. Siempre que se tocaba el tema, el anciano, Rei, salía inmediatamente con una charla nueva.
Rei era un gran hombre, había servido para el país en una guerra, pero como siempre quedó olvidado, en la miseria. Los primeros años de Lans fueron agradables, no necesitaba muchas cosas nunca y el sueldo que ganaba el viejo era suficiente para la alimentación de ambos. Hertel lograba ir a un hogar, en el cual se brindaba algo de educación para los niños. En dicha escuela había un taller, el cual era kendo. El instructor que llevaba a cabo esas clases era Rei.
Una vez llegada la adolescencia de el pelirrojo, las clases se volvieron un entrenamiento diario. El Kendo había llegado a su vida con tan gran impacto, que dedicaba casi todo su tiempo a ello, pues la escuela ya no estaba disponible para él, ya que esta sólo permitía niños jóvenes, por falta de presupuesto.
Cierto día la policía llegó al barrio e inspeccionó, con órdenes del gobierno, el hogar. Este fue clausurado y muchos jóvenes quedaron sin ninguna educación. Al no existir más este sitio, el empleo del anciano desapareció también y así el dinero lo hizo. Lans comenzó a trabajar, haciendo apenas algunas changas para conseguir algo de dinero. Entre ambos juntaban algo de dinero para poder subsistir. Una tarde, como cualquier otra, el pelirrojo caminaba por el barrio cuando de pronto un automóvil, bastante lujoso, pasó rápidamente por la calle y arrojó una gran variedad de folletos. Intrigado el muchacho los inspeccionó y al ver la noticia se alegró. Un torneo de Kendo se llevaría a cabo en la ciudad más próxima y el premio al ganador era una suma de dinero enorme. Sin dudar llevó aquel panfleto hacia su hogar donde se lo enseñó a Rei. Este asintió con la idea de llevarlo al torneo, era una buena chance y veía en su "hijo" un gran potencial.
Unos días antes del torneo, el viejo estuvo postrado en cama por una enfermedad de la cual no logró curarse del todo para el gran día. No le importó y realizó un esfuerzo y acompañó a Lans, este último muy preocupado por su "padre".
El torneo comenzaba, con más de 10000 participantes. Las rondas eliminatorias fueron pan comido. A medida que avanzaba se tornaba más difícil, pero seguía adelante. Debido a su duro entrenamiento y a su fuerza de voluntad llegó a la final, la cual sería llevada a cabo el día posterior. Esa noche, Rei y Hertel tuvieron una larga conversación en el cual tocaron el tema intocable, sus padres. Al final de la charla, el viejo le entregó un encendedor. En él un dragón se notaba. "Cuida esto, es muy importante para mí... Fue el primer elemento que compré con mi dinero y desde ese momento lo he conservado. Quiero que sea tuyo."
Faltaban unos minutos para la batalla, pero el anciano no llegaba y ya se hacía tarde. Lans no quería comenzar sin él, así que lo fue a buscar donde se hospedaban y vio lo peor. El viejo yacía en cama, sin vida. Fue debido a su enfermedad, según los expertos. Sin ánimos, Hertel tuvo que combatir, pero juró ganar ese torneo por su "padre", y de hecho, lo logró. Volvió con el premio a su casa y desde ese entonces intenta ganarse la vida como puede.
Una noche, mientras el chico dormía se comenzaron a oír ruidos dentro de la casa. Lans se despertó alarmado, cogió su shinai y se levantó para ver que sucedía. Logró ver una figura extraña, como si fuese una fuga de gas. Esto lo golpeó bruscamente y dejó una herida en él. No podía combatir contra algo así, no lo conocía, no era humano, y no lo podía ver. Otro golpe fue asestado y el joven se golpeó con una mesa, donde reposaba el encendedor que por el impacto cayó al suelo. Hertel lo tomó y sintió en él algo, no sabría describirlo, una fuerza extraña, que lo llevó a encenderlo. Así ocurrió, sus poderes despertaron. Gracias a ellos pudo reconocer a la perfección al hollow y vencerlo. A partir de ese momento defiende la ciudad de aquellas amenazas.